Cuando la mente no para y tú hijo tampoco



Últimamente siento que mi cabeza no para nunca. Mientras acompaño a mi hijo en sus valoraciones y voy entendiendo cómo funciona él, también empiezo a mirar hacia mí misma. Ya he ido a mi médico de cabecera y estoy esperando que me llamen para iniciar mis propias valoraciones de TDAH.

Es curioso cómo mi vida se mueve entre presente y pasado, analizando sin parar pequeños detalles. Mientras pienso en cómo apoyarlo a él, también salto a todo lo demás:

La comida que tenemos que preparar

Tender la ropa, espera he puesto la lavadora? 

Preparar los presupuestos de pintura y papel pintado para una clienta ...
 
Se habrán secado ya  las piezas para el mercado de artesanía? Tengo que acabarlas. ..

¿He pagado la multa de aparcamiento?
¿Dónde aparqué el coche?

A ver si está semana Salgo a correr es que siempre me  coincide con la hora de la ducha de Mauro...

El café con Cris... Espero que podamos coincidir agendas está semana...




La intensidad de mi mente es constante. No siempre me abruma, pero a veces es tan clara que incluso a las dos de la mañana siento que mi cabeza va más rápido que el mundo que me rodea. La gente habla tan despacio que me da la sensación de tener que poner sus audios de WhatsApp al doble de velocidad para seguir el ritmo.

Y, sin embargo, hay algo que se siente increíble: comprender a mi hijo y empezar a mirar hacia mí misma hace que muchas piezas encajen. Cosas que antes eran confusas ahora empiezan a tener sentido. Cada descubrimiento sobre mí misma, cada pequeño patrón que identifico, me ayuda a comprender mejor a él.

Me descubro otra vez a mis 40 y tantos: fuerte, valiente, capaz de enfrentar la incertidumbre. No solo lucho por mí, sino también por él, navegando juntos en la misma barca en medio de un océano tan grande de dudas y preguntas: ¿podrán los demás ver la maravilla que es mi hijo? ¿Serán capaces de reconocer su potencial?

No estoy abrumada todo el tiempo, pero sí siento una tremenda intensidad por momentos. Y creo que es importante decirlo: no estamos solos, y está bien que nuestra cabeza funcione a mil, que vayamos viendo patrones, que tengamos días de intensidad pura y noches de pensamientos que no se apagan.

Este blog sigue siendo un lugar donde puedo contarlo, un espacio para desahogarme y también para acompañar a otras madres que quizás sienten lo mismo: que su mente nunca para, que la vida es intensa, y que aun así cada pieza que encaja vale la pena.

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